9 setiembre 2015
Las personas que conducían su automóvil por la mañana de hoy en la E45, la autopista que une Alemania con el suroeste de Dinamarca, no daban crédito a sus ojos: 300 refugiados sirios, hombres, mujeres y niños, caminaban por el asfalto, decididos a llegar a pie hasta algún puerto o estación daneses desde los que pudiesen viajar a Suecia, su destino soñado.
Las fuerzas del orden se vieron obligadas a cerrar el tráfico y a reconocer su impotencia. "Han abandonado el colegio de Frøslev-Padborg, donde estaban alojados, porque por lo visto quieren marcharse a Suecia", explicó Hans Roost, portavoz de la Policía del sur de Jutlandia. "El colegio no es una cárcel, no está vallado, así que cuando 300 personas deciden irse al mismo tiempo no podemos hacer más que intentar dialogar con ellas y tratar de explicarles que no pueden caminar así durante cientos de kilómetros".
Fue el comienzo de un día caótico en un país al que en el último par de días han llegado unos 1.200 refugiados sirios cuyo deseo es, en realidad, llegar a Suecia. Como declaró anteayer Leif Fransson, comisario de la Policía de fronteras sueca, "Dinamarca es un país de tránsito en el norte de Europa, igual que Hungría lo es en el centro".
Dos razones explican la obstinación de los refugiados en llegar a territorio sueco. En primer lugar, la existencia de una gran colonia siria en Suecia, por lo que muchos de ellos tienen familiares o conocidos en ese país. En segundo lugar, el hecho de que la política de inmigración danesa ha sido desde 2001, incluidos los cuatro años (2011-2015) en que gobernaron los socialdemócratas, mucho más estricta que la sueca. Con la victoria electoral de la derecha el pasado junio, y muy especialmente debido a la creciente influencia del anti-inmigración Partido Popular Danés, se espera además un nuevo endurecimiento.